El primer día libre (day off) de la gira nos tocó en Sorocaba, una ciudad del interior del estado de São Paulo que queda a unos pocos kilómetros de la capital. Almorzamos y fuimos a visitar una cachueira (cascada) con algunos de los integrantes del colectivo Rasgada Cultural, después de pasar un rato mirando el agua caer y una garza pescar, mi cabeza empezo a ser invadida por un pensamiento: “tenemos mucho trabajo atrasado”. Poco tiempo despues ya estabamos denuevo en la sede del colectivo.
Imagino que los proximos dias libres (3 en 40 días) van a tener la misma dinámica: aprovechar que no tenemos que viajar ni tocar para recuperar el tiempo. La van sera nuestra gran cama colectiva en la que el único que duerme en la noche manejará y el resto intentará recuperar las horas perdidas de sueño.
Al dia siguiente salimos de Sorocaba después del almuerzo hacia un lugar que nadie conocía. Rodeamos por decimoquinta vez la ciudad de São Paulo y de a poco el paisaje fue cambiando, la ruta fue haciéndose cada vez mas angosta y sinuosa hasta llegar a la plaza central de Paraibuna, pueblo donde teníamos que tocar esa noche. Desde Araraquara que no veia tres casas antiguas juntas, me enamoré en 3 segundos del pueblo que esta muy bien conservado pero sin ninguna ostentación, simpleza absoluta, muy buen gusto y casitas de más de 100 años. Los conciertos se hicieron en la “Fundacão Cultura”, una casa de mas de 300 años que queda en la misma plaza central, frente a una capilla celeste y esoterica (abajo de la cruz tenía un reloj que en vez de tener números tenía los doce signos del sodiaco...). Conocer un pueblo como ese puso a todo el mundo de buen humor, cosa elemental para anestesiar el cansancio.
Después de conocer a la gente del Colectivo Maieutica fuimos a la casa donde dormiriamos esa noche. Nos recibió Joel, una de las personas que más envidié en estos últimos años por vivir donde vive todos los días de su vida. Hicimos un fulbito en el jardín, ducha y devuelta a la máquina del tiempo para entender que la arquitectura antigua portuguesa y española son bien parecidas del mismo modo que lo son las dos lenguas. Los shows fueron super interesantes, el público estaba formado por personas de todas las edades y clases sociales, casi todo el pueblo estaba ahi menos la gente para la que estamos acostumbrados a tocar, en Paraibuna no hay universidad.
Después del show volvimos temprano a lo de Joel, al medio de la sierra del litoral paulista, al llegar y ver por segunda vez donde ibamos a dormir me resultó imposible no pensar en mi vieja e imaginarla comentando sobre la belleza de la galería que rodeaba toda la casa. Comimos, charlamos, nos reimos, bebimos una cachaça increible, planeamos como exportarla a Buenos Aires, discutimos con Isis una vez mas sobre el Fora do Eixo y negociamos con Joel de que forma ibamos a volver a Paraibuna... pronto.
Imagino que los proximos dias libres (3 en 40 días) van a tener la misma dinámica: aprovechar que no tenemos que viajar ni tocar para recuperar el tiempo. La van sera nuestra gran cama colectiva en la que el único que duerme en la noche manejará y el resto intentará recuperar las horas perdidas de sueño.
Al dia siguiente salimos de Sorocaba después del almuerzo hacia un lugar que nadie conocía. Rodeamos por decimoquinta vez la ciudad de São Paulo y de a poco el paisaje fue cambiando, la ruta fue haciéndose cada vez mas angosta y sinuosa hasta llegar a la plaza central de Paraibuna, pueblo donde teníamos que tocar esa noche. Desde Araraquara que no veia tres casas antiguas juntas, me enamoré en 3 segundos del pueblo que esta muy bien conservado pero sin ninguna ostentación, simpleza absoluta, muy buen gusto y casitas de más de 100 años. Los conciertos se hicieron en la “Fundacão Cultura”, una casa de mas de 300 años que queda en la misma plaza central, frente a una capilla celeste y esoterica (abajo de la cruz tenía un reloj que en vez de tener números tenía los doce signos del sodiaco...). Conocer un pueblo como ese puso a todo el mundo de buen humor, cosa elemental para anestesiar el cansancio.
Después de conocer a la gente del Colectivo Maieutica fuimos a la casa donde dormiriamos esa noche. Nos recibió Joel, una de las personas que más envidié en estos últimos años por vivir donde vive todos los días de su vida. Hicimos un fulbito en el jardín, ducha y devuelta a la máquina del tiempo para entender que la arquitectura antigua portuguesa y española son bien parecidas del mismo modo que lo son las dos lenguas. Los shows fueron super interesantes, el público estaba formado por personas de todas las edades y clases sociales, casi todo el pueblo estaba ahi menos la gente para la que estamos acostumbrados a tocar, en Paraibuna no hay universidad.
Después del show volvimos temprano a lo de Joel, al medio de la sierra del litoral paulista, al llegar y ver por segunda vez donde ibamos a dormir me resultó imposible no pensar en mi vieja e imaginarla comentando sobre la belleza de la galería que rodeaba toda la casa. Comimos, charlamos, nos reimos, bebimos una cachaça increible, planeamos como exportarla a Buenos Aires, discutimos con Isis una vez mas sobre el Fora do Eixo y negociamos con Joel de que forma ibamos a volver a Paraibuna... pronto.
Caio Tourton y Juank Conejo en la previa al show en Paraibuna
Los Conejos en la cachoeira
Cachoeira en Sorocaba
El fulbito en lo de Joel
La iglesia del zodíaco
Leandro Conejo
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